Me someto a tu ausencia alejado de todo dolor, respiro fuerte para que el aire que me falta sane el desconsuelo que dejo el silencio de los días bellos, del tiempo caminado… no espero con ello sanar el momento en el cual tus ojos dejaron de ser mi estrella, trato solo de recobrar el valor de dar un paso en frente sin sentirme perdido.
Han pasado los momentos sin sentir la austeridad de la soledad, mi cuerpo se asemeja a la sombra que me acompaña mansa y callada como mi lazarillo, mis ojos sin brillo no tienen un horizonte como lo fue el ver la caída del sol o la luna danzar entre neblinas a tu lado, agarrado de tus brazos; anclado a tu cuerpo hasta que la mañana nos descubriera entrelazados, vueltos uno solo y sintiendo el latir de los corazones cantar y la sangre vibrar con cada nueva mirada… ahora nada de ello llega a mi mente, pues tus recuerdos no vienen en busca de mi dolor para curarle, se quedan allí como animales de rapiña esperando una muerte lenta y segura.
Yo no espero resurgir después de tu muerte, no busco reencarnar en un mundo que ya no veo igual sin ti, deseo mejor vivir en el limbo de tus recuerdos, que volver a tratar de hacer que esta tierra indiferente entienda que ya mi vida no es nada sin el olor de tu piel, sin esa voz que hacia que el aire se volviera en una brisa helada que congelaba todo mi cuerpo y me tomaba lentamente envolviéndome en medio de susurros nocturnos; adoraba cuando tus manos lo decían todo, eran tan proféticas como tus ojos que abrían los cielos mas oscuros e iluminaban mis dudas y ya no había nada que me turbara… si Dios te tiene a su lado yo entonces diré que eres un ángel y que desde mas allá del tiempo viniste a perpetuar lo bello que es el infinito…
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