lunes, mayo 31, 2010

RETRATOS DE UN DUELO 1


Inmóvil me encuentro en medio de una calle sombría y lúgubre, el cielo pálido y el viento suave me abraza lentamente los ojos: suavizan el ardor que brota de ellos, en donde estas Andrés??? Cual es ahora tu destino tan lejos de mí, donde están ahora yendo tus pasos que ya no siento, solo veo las huellas que dejo la sombra del amor que nos unió y que no fue suficiente para ganarle a la muerte… la muerte nunca avisa, nunca es bienvenida en este caso y ahora yo no sé qué hacer estando aquí parado sin vos a mi lado, que patético es lamentarse de lo que no podemos solucionar, pero quien tiene las respuestas que necesito para no seguir aquí parado en la nada, en medio de los recuerdos, que deja una ausencia como la tuya.

El reloj ya dejo de sonar hace rato me he retirado de donde estaba, ahora no sé ni siquiera en donde estoy, antes, hace unas noches atrás lo sabía, es más; enfrente de tus ojos se posaba mi mirada y sentía que el mundo no era más que tuyo y mío, que tus planes de vivir era ya de los dos y no de uno solo, todo alrededor nunca fue tan diferente como ahora, es extraño ver al mundo sin tus ojos… estoy ciego, rígido, verticalmente incapaz de mover un dedo para salvarme, hace unas horas Salí de casa en busca de algo que se me perdió hace 10 años y no lo he podido encontrarlo, ya es casi imposible encontrar algo que dejo de tener tiempo… mi vida se ha alejado de una forma casi abisal, entre los recuerdos y los momentos pasados no tengo una referencia más lejana que mi vida cerca de vos; nunca lo pensé, pasaron 10 años, casi instantes que ya no son nada. Dicen que Dios es justo, yo ahora desconozco sus justas razones para hacerme esto.

Todos alrededor mío tiene una vida, una esperanza a seguir yo deje de tenerla hace algunas lunas… Andrés tenia sueños, muchos sueños, vivió cerca de uno de ellos -cantar-; en un mundo que ya no sueña, que devora gente, ahora su canto no lo remplaza nada; ni la lluvia que fue quien lo trajo a mí. Él y yo sobrevivíamos a ese depredador constantemente, pero fuimos débiles, casi humanos al momento de dejarnos influenciar por sus vicios. Andrés ya no sueña y yo pierdo el sueño buscándole o buscándome al menos como parte de mí, para a ver si en esos pedazos que quedaron hay una parte de él. La calle en la cual estaba parado hace algún momento está vacía, llueve con una serenidad que me calma, mis ojos caen al abrazo de la oscuridad…

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