martes, agosto 28, 2012

LAPSUS




Recuerdo haberte visto hace algunas noches tirado allí en medio del espesor de la niebla como un fantasma, en medio del mismo silencio que nos unió; que nos atrapo en el insensible sonido del tiempo que quedaba sumergido en medio de nuestros pechos que se ponían fríos y solitarios como  tu cuerpo,  tendido en medio de la grama. Te vi, como una sombra… como la penumbra de la noche que llega y oscurece toda luz, pero que es apacible y hace sentir una serenidad casi igual a la de después de morir. Eras tan intocable, que mirarte era un irrespeto, cerré los ojos para atraparte y dejarte impregnado en mi mente para siempre, pero te escurriste como la arena de mar en las manos… como pude yo caer en medio de este embrujo tan sublime que me perpetuo tu voz; que me atrapo al primer sonido que emitieron tus labios, que fue mi nombre ¡lo recuerdas! dijiste: “¿Elioth? que nombre tan raro… mmmm, pero es lindo, como tu manera de mirar al suelo cuando yo busco tus ojos….” Allí en medio de ese momento supe que te amaría para siempre, que el mundo me había privilegiado por conocerte y que Dios existía…

Creo que en medio de este pensamiento se me olvido que yo quería recordarte, para no olvidar la última vez que te vi reír, y también la última vez que te bese y te amé… Yo estaba enfrente tuyo mirándote desde lo lejos, tu allí tirado entre la grama inmóvil con la mirada baja pensando quien sabe que -¿tal vez  en mi?-,  yo jugaba con los dedos con algo de nervios, en medio del silencio que nos unía, que siempre hablaba más que nuestro dolor y empezaste a tararear una canción que algún día me cantaste una noche como esta, pero no tan silenciosa, yo me acerque a tu mirada que desde la distancia que me invitaba a acercarme como un león que espera un paso en falso de  su presa… esos eran nuestros juegos tú el conejo yo el felino, te gustaba siempre ser la presa y luego jugar con el depredador, una risa nostálgica se resbala ahora de mi rostro por saber que ya los juegos aquellos han desaparecido y se han ido contigo para siempre. Ahí tirado horizontalmente ante mi vertical mirada; tus manos se extendieron por la noche como queriendo agarrar la luna, hacías dibujos con tus dedos y reías, tus ojos se perdían en medio de los míos que brillaban como un faro para un pirata… Tus ojos eran tristes como el mar sin luna y sin estrellas, aquella noche tu mirada fue diferente, me decía adiós y aunque yo intente encubrir mi dolor no fue posible detener mis lágrimas cuando mis manos intentaron cerrar tus parpados, para hacerte dudar de querer irte para siempre de mi vida, esa noche me amaste como nunca lo hiciste, fue nuestra última vez; los danzares nocturnos llegaron a su fin cuando tus labios sellaron mi alma robándosela para siempre y aprisionándola en tu corazón, tus últimas palabras las guardo como una profecía que hoy se hace dolorosamente real… “tú y yo lejos desde ahora, pero unidos más allá de la muerte”.

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